En un mundo cada vez más fugaz y desconectado, hacer a mano es revolucionario y sanador. Cuando hacemos cosas con las manos, percibimos mejor el valor y la belleza de lo que nos rodea. Hacer a mano nos obliga a ir a un ritmo más armónico, alejándonos de la impaciencia. Haciendo a mano aprendemos que las cosas tienen su tiempo y su esfuerzo, y somos mejores en detenernos a contemplarlas y disfrutarlas.
Para la comunidad, lo hecho a mano es más sustentable, genera empleo, objetos únicos, comida más saludable, y afianza las relaciones con nuestro entorno. Cuando compramos artesanal, estamos fortaleciendo un mundo más amoroso, más sano, más rico y más tranquilo.
A veces para verdaderamente materializar la vida, necesitamos mirar, andar más lento, y construir lo que queremos con nuestras propias manos. A celebrar eso te invitamos este 10 de julio desde las 15 en el Paseo Alem.