Es la oportunidad donde cientos de gualeguaychuenses se disfrazan, pintan y se caracterizan tratando de personificar a pobladores míticos o imágenes icónicas de la cultura popular, burlando la propia identidad para divertirse y alegrar a los asistentes.
"El ritual consiste en enterrar, tras la música típica, bailes y lamentos, al carnaval hasta el año próximo. Se lo hace por la noche y ante la mirada de pocos, ya que el lugar secreto que se elige para que el diablo descanse en paz no debe ser conocido por la mayoría", narra la tradición oral.
Disfrazados también de diablos e invocando a la madre tierra (Pachamama), se canta, se grita, se baila, se hace ofrendas y finalmente se llora, porque hasta el año próximo los hombres vuelven a la rutina, al aburrimiento y a las inhibiciones para seguir siendo considerados “normales”.