La jornada de los burreros se realizó sin espectadores y con la prohibición de ingresar para quienes no sean jockeys, entrenadores, peones y personal esencial de la empresa, desde el regreso de la competencia el 28 de agosto.
El joven jockey concordiense, montando a “Infartame”, la potranca que no había estado en el nivel que su preparador esperaba en las dos primeras carreras, se desquitó en esta oportunidad.
Palabras del ganador
“La mía venía muy bien, pero la de adelante no se paraba. Cuando en los 200 metros la tuve cerca, ahí sentí más confianza”, relató eufóricamente Gabriel y agregó que “desde que se anotó y sabía que iba a correrla a “Infartame” yo soñé la carrera un montón de veces, no podía dormir algunos días”.Reconoció que “estaba ansioso esperando poder ganar mi primer gran premio”, confesó el entrerriano surgido en la escuela de aprendices de San Isidro, de donde se graduó hace dos años.
Gabriel Bonasola era tan solo un niño cuando ya demostraba su pasión por los burros. Siendo muy pequeño, cuentan que se levantaba muy temprano en la mañana y se dirigía con un viejo caballito que era su fiel compañero y lo iba a variar a un terreno lindante a su casa en la zona del barrio Isthilar.
Con un carrito acarreaba arena y hacía changas en general para ayudar a su familia que vivía en una casilla muy precaria pero donde abundaba la humildad.
De muy jovencito Gabriel se fue a la escuela de jockey a Buenos Aires, donde se convirtió en un exitoso profesional. Actualmente, con sus ganancias como jinete profesional, colabora con sus padres y sus hermanos para que ellos disfruten de una vivienda digna en el barrio que lo vio crecer.
Fuente: Diario La Nación