“No hace falta pensar en la guerra y en la paz a gran escala y tan lejos de nosotros. Las dificultades, los desencuentros, los enfrentamientos que solemos vivir mucho más cerca nuestro tiene que preocuparnos, y al mismo tiempo preocuparnos del trabajo por la paz” dijo Zordán en el comienzo de la homilía.

“En la primera lectura se nos habla del artesano, aquél que con sus manos va trabajando y formando pieza por pieza y se preocupa por cada una. Ninguna le sale igual y a veces tiene que comenzar de nuevo porque lo que hizo no salió bien” añadió.
Para Zordán “la imagen del artesano nos hace pensar en alguien que trabaja a mano, alguien que hace piezas únicas e irrepetibles, alguien que le dedica tiempo y dedicación a cada una de sus piezas, porque cada una tiene su toque personal. Personaliza su creación. No hay automatización allí. La automatización despersonaliza. En cambio, en el trabajo del artesano cada pieza es única, porque tiene el ingenio, la creatividad, incluso la audacia del artesano”.

En esa línea, Zordán destacó que “para ser artesanos de la paz necesitamos cultivar la paz en nuestro estilo de vida cotidiano: cuidar la paz en lo que decimos. A veces una palabra puede herir más que muchas armas. Cuidar la paz en lo que callamos, en los gestos que hacemos, cuando hablamos. Cuidar la paz en el uso de las redes. Cuidar la paz en los comentarios que hacemos, en el tono que ponemos a nuestras palabras y sobre todo cuidar la paz en nuestros corazones. En definitiva, las palabras discordantes o que generan enfrentamientos, las actitudes que generan enfrentamiento, los gestos que generan enfrentamientos se van gestando en nuestro corazón”.

“Pidámosle a Dios que nos dé un corazón capaz de generar procesos paz. Que nos haga hombres y mujeres de paz” concluyó