Agrupación de Mujeres Periodistas de Gualeguaychú

Ni Una Menos, Vivas Nos Queremos

Se cumplen siete años desde la primera marcha que enarboló esa consigna colectiva que mujeres y disidencias supimos construir a lo largo y ancho del país: NI UNA MENOS.

Pero desde entonces, y pese a que el reclamo en las calles se ha expandido, seguimos narrando femicidios, transfemicidios y todo tipo de violencias contra mujeres y disidencias a diario. Por eso, como mujeres periodistas de Gualeguaychú decidimos agruparnos, abrazarnos, encontrarnos en nuestra labor cotidiana, pensar nuestro trabajo desde una perspectiva que garantice el respeto por los derechos de las personas, que ponga en agenda el necesario debate sobre la desigualdad y el dolor que busca perpetrar el patriarcado. Por eso hoy, por primera vez, marchamos juntas como Agrupación de Mujeres Periodistas.

Marchamos no solo para narrar la crónica y tomar las fotos que luego serán publicadas en los medios de comunicación de la ciudad. Marchamos juntas para sumar nuestra voz al grito colectivo y desesperado que reclama lo indispensable: VIVAS NOS QUEREMOS.

Marchamos para poner en evidencia la necesidad de construir agendas que ubiquen en el centro del debate público el reguardo a las infancias, la necesidad de avanzar en políticas de Estado concretas –en todos los ámbitos: Ejecutivo, Legislativo y Judicial- para garantizar los derechos de mujeres y disidencias que chocan contra el muro de la desigualdad que impone el sistema al momento de denunciar, gestionar, proponer, solicitar ayuda o acompañamiento para transitar cualquier situación cotidiana. Porque sin políticas públicas con perspectiva de género, diversidad y derechos humanos o sin presupuesto asignado para llevarlas a cabo, el Estado es cómplice y garante de la violencia sistémica y estructural.

Marchamos para decir que es inadmisible cualquier tipo de comunicación que se funde en los estereotipos basados en la dominación patriarcal que señala, clasifica y cosifica nuestros cuerpos, nuestros roles y nuestras conductas. Marchamos para decir que no nos sumamos al coro cómplice que se ríe de la misoginia y de los mensajes dirigidos a que otras mujeres o disidencias que los reciben no se animen a denunciar o a acompañar a quien denuncia.

Marchamos porque no sólo contamos números cuando denunciamos que cada día, en Argentina muere una mujer en manos de la violencia machista, también contamos sus historias: de los sueños que ya no cumplirán, de los hijos que no verán crecer, de los lugares que no conocerán, de los dolores que padecieron antes que les arrancaran la vida.

Marchamos por un mundo pintado de colores, donde nadie tenga que explicar a quien ama o como se auto percibe. Donde nadie tenga que sufrir por ser diferente a lo heteronormado, donde ser plenamente distintos nos acerque a la libertad.

Marchamos porque somos las mujeres quienes ponemos el cuerpo cuando hablamos de salud reproductiva, es nuestro el cuerpo que sirve de objeto para el debate mientras padecemos el incumplimiento de las leyes vigentes y la falta de presupuesto para el abordaje integral sanitario en el territorio.

Marchamos y pedimos capacitación con perspectiva de género y diversidad en todos los medios de comunicación, entre otras cuestiones, para preservar y garantizar los derechos de las audiencias.

Marchamos para repudiar la opinión impuesta sobre nuestros cuerpos, y para decirles a las niñas, adolescentes y a otras mujeres y disidencias que nadie tiene más derecho sobre su cuerpo que ellas mismas, que no aceptamos la mirada que nos condena a cumplir un rol que nos discrimina y nos encasilla.

Marchamos para decirles a las estructuras políticas e institucionales que la perspectiva de género y diversidad no es propiedad intelectual ni patrimonio de nadie en particular, que no debe responder a intereses mezquinos ni para parafrasear en nombre de cuestiones que en la práctica distan bastante de la realidad ni para evitar trabajar por una sociedad más justa y terminar con los privilegios que trazan la dolorosa línea que nos separa entre personas de primera y de segunda categoría. Y también para decir que si esas estructuras perpetúan la desigualdad y la falta de oportunidad para las mujeres y disidencias, no son alternativa real de nada.

Marchamos para decir bien claro que la violencia económica y simbólica, no solo empobrece y mitiga nuestra voluntad, también mata.
Marchamos hartas de contar sobre violaciones y abusos de todo tipo a diario.

Marchamos para que nuestras vecinas sepan que pueden acercarse a cualquiera de nosotras para amplificar su voz, pero también para buscar un abrazo que las acompañe.

Somos mujeres, somos periodistas, somos mujeres periodistas que estamos hartas de comunicar la violencia machista, que queremos construir un mundo mejor desde nuestros lugares de trabajo, que creemos en nuestras capacidades y en la transversalidad, en la diferencia y en la empatía como herramientas generosas que nos permitieron encontrarnos y coincidir también hoy con otras mujeres y disidencias.

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