Volvimos sin que se manche la pelota
Sin apuro por el regreso. Sin pensar los diferentes caminos de regreso. La alegría era la perfecta compañía, la que nos daba la seguridad de volver a casa. A esas casas del Centro, del Norte, del Sur del país, donde también se seguía festejando. El país regresaba por primera vez, siendo protagonista, feliz. Un país, su gente, que espera otro destino. Un destino digno. Tan digno como el ejemplo sencillo de trabajar en equipo, sin mancillar la esperanza y la alegría.
Han pasado los días ¿Somos los de entonces? ¿Cómo es volver a ser los de antes? Los de antes de esta fiesta. Aquellos que aprendimos a levantarnos después de una derrota, aquellos que tomamos férrea la fe en nuestras manos y respiramos hondo para renovar convicciones individuales contagiadas en esa gente, necesaria gente, capaz de escribir historias con un final feliz.
Un final como ésta reciente que vivimos. Si así no fueran escritas, sino saben cómo, no pierdan tiempo en hacerlo. Valdrá la pena leer sólo aquellas escritas con la pasión de haberlas vivido. Sin excluidos. No es pedir milagros.
¿Volvimos después de semejante fiesta, por los viejos trapos? ¿Volvimos para convivir con las miserias, de los que nos mienten sin avergonzarse, y escuchar con absoluta liviandad, a los que debieran hacerse cargo de lo que hicieron y dejaron de hacer?
¿Volvimos por las palabras que dañan sin mirar a quién? ¿Volvimos por las calles paralelas, que no tienen punto de encuentro?...
¿Volvimos para aceptar mansamente que la felicidad es un privilegio de unos pocos y que fue una excepción haberla tenido tan cerca, compartida con miles, con cientos de miles, cantando, abrazados, hermanados?… ¿Volvimos para quedar atrapados por los discursos temporal y oportunamente silenciados del desaliento?
¿Volvimos creyendo que esos momentos fueron y son, todo, absolutamente todo, lo que nos merecemos? ¿O somos capaces de desoírlos?… Y entonces, con oídos sordos, sin dudarlo, ir por más… Ir por esos otros sueños, codo a codo.
Volvimos… sin que se manche la pelota… Y aquí estoy, días después, casi enojada, preguntando: Che… ¿nos cansamos tan pronto de ser felices?
Fuente: Análisis